Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR
Oswaldo Reynoso publicaba casi siempre en editoriales pequeñas y a pesar de eso fue un autor que agotaba los tirajes de sus libros. En parte por la calidad de su obra y en parte también por su infatigable caminar por cuanta feria hubiera, a nivel nacional. Siempre con sus libros a cuestas y siempre rodeado de cientos de lectores clamando por una firma.
Ahora que él no está, resulta importante, para la difusión de su obra, sobre todo entre las nuevas generaciones, el trabajo de reedición de sus libros que ha emprendido Penguin Random House. Empezaron con Los inocentes, que incluye un brillante prólogo del chileno Alberto Fuguet. Luego de algunos otros títulos, como En octubre no hay milagros, presentan la nueva edición de la estupenda novela El escarabajo y el hombre (Alfaguara, 2023), con un también estupendo prólogo de nuestra querida y admirada Katya Adaui. Y, por si fuera poco, se incluyen las ilustraciones originales del reconocido artista visual Jesús Ruiz Durand.
La novela plantea, desde lo experimental, tres líneas narrativas. Una de ellas, quizás la principal, nos muestra a dos personajes que comparten una mesa en un bar. Uno de ellos recibe el apelativo de “el zambo” y el otro es un antiguo maestro de secundaria, de una gran unidad escolar. La narración se sostiene con gran destreza solo en lo que le cuenta el zambo a su profe, en una suerte de soliloquio que se va extendiendo a lo largo del libro. La idea o el propósito del zambo es contarle un hecho particular a su antiguo profe. Sin embargo, al contextualizar termina retratando la vida compleja de un grupo de jóvenes de la clase popular. Y, por supuesto, la atmósfera social de la época. Adaui lo resume muy bien cuando dice, en el prólogo, al referirse al libro como “escrito por fuera de su tiempo y, a la vez, con el peso ineludible de ser precisamente de su tiempo”.
La otra línea narrativa se enmarca en un diálogo entre dos personajes que observan a un escarabajo cruzar la pista empujando una pequeña bola de estiércol. Y a partir de dicha observación sobre el aparente absurdo del propósito del escarabajo, se podría plantear una metáfora sobre el absurdo de la condición humana. Como el escarabajo, los jóvenes de los que cuenta el zambo estarían en un tránsito sin sentido, llevando consigo sus propias angustias. Es por ello que me parece una novela existencialista en cierto sentido. Me hace pensar un poco en Jean Paul Sartre, pero también –sobre todo en la línea narrativa de los diálogos– en Samuel Beckett.
La tercera línea narrativa nos muestra una voz reflexiva relacionada a la existencia de los insectos, entre ellos el escarabajo, y que se intercalando con las otras dos líneas narrativas a lo largo del libro. El escarabajo y el hombre es, sin duda, una de las mejores novelas de Oswaldo Reynoso y, por consiguiente, un clásico de nuestra literatura. Esta reedición permite una relectura, pero también la oportunidad de nuevos lectores. Nuevos lectores que, se los aseguro, no se arrepentirán.