Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR
La francesa Annie Ernaux obtuvo el Premio Nobel de Literatura 2022 y, por supuesto, no era una autora desconocida. O no tan desconocida, al menos por estos lares, en donde podía encontrarse, aunque escasamente, al menos un par de títulos.
A diferencia de Patrick Modiano –también francés, a quien conocía y había leído gracias a mi amigo Ricardo Sumalavia–, a Ernaux no la tenía mapeada. No la había leído. Sin embargo, más allá del premio, los comentarios sobre sus libros que aparecieron en la prensa internacional me llevaron a buscar sus libros al día siguiente. Sin éxito, claro.
Rápidamente el grupo Planeta, bajo el sello Tusquets, lanzo ediciones peruanas de cuatro de sus títulos. Entre ellos, El acontecimiento. La primera novela que he leído y que me ha descubierto a una autora importante. El acontecimiento (Tusquets, 2022) nos presenta un relato, en tono de memorias, en el que la narradora desde un tiempo posterior al “acontecimiento” narrado, repasa aquellos días terribles de su juventud. La narradora, que en ese tiempo preparaba su tesis, en una universidad francesa, ha quedado embarazada tras una relación efímera. Por supuesto no quiere tener ese hijo y busca la manera de cortar con ese embarazo. Y así comienza esta especie de vía crucis en una época en la que en Francia se perseguía moralmente el aborto, incluso con penas de cárcel –aun ocurre en varios países–.
La autora logra transmitir esa sensación de desesperación de la narradora, en parte por la carga autobiográfica, pero sobre todo por su talento narrativo. Nos conmueva su desconcierto, sus angustias, tus temores, su desamparo. Nadie parece querer ayudarla. La complicidad en el aborto también está penalizada. Y en el caso de los médicos el temor es mayor aún. De esta manera, el tiempo empieza a juga en contra de la protagonista. Mientras más tiempo pase, sin encontrar alguien que la ayude a abortar, su situación puede complicarse.
“El tiempo dejó de ser una insensible sucesión de días que había que llenar con clases y ponencias, con pausas en los cafés y en la biblioteca, y que conducía a los exámenes, a las vacaciones de verano y al porvenir, para convertirse en algo informe que avanzaba en mi interior y que había que destruir a cualquier precio”, dice la narradora. (p. 29).
Si bien el tema de lo clandestino y, por ende peligroso, del aborto y todo lo que trae consigo me conmovió mucho, hay otro tema que aparece por ahí: el clasismo. Cuando la narradora finalmente, luego de dar con una señora que se dedica al asunto que nadie quiere nombrar, termina en un hospital donde finalizarán el proceso, la narradora denuncia el trato poco humano que ha recibido por parte de un miembro del personal médico. “Pensé que estaba avergonzado por el hecho de haberme maltratado en la sala de operaciones. (…) Pero me equivocaba, porque de lo único que se avergonzaba, como descubrí esa misma noche, era de haber tratado a una estudiante de la facultad de letras como a una obrera textil o a una dependienta de Monoprix”, dice la protagonista en otro momento.
El acontecimiento es una novela breve e intensa. Acometer sus páginas ha sido para mí un acontecimiento desgarrador y, al mismo tiempo, deslumbrante. Paradojas del buen arte. Annie Ernaux es, pues, una autora que debe leerse con atención y a la cual seguiré leyendo. Ya tengo otros dos títulos en la mesa de noche. Y mis expectativas, apuntando alto.
