Escribe CARLOS M. SOTOMAYOR
Vi una sola vez a Doris Bayly. Se presentaba un libro, de Eduardo Chirinos –creo recordar–, en el Jazz zone de Miraflores. Reacio a los tumultos, esperé que se despejara la zona del estrado y me acerqué a saludar a mi querido amigo Eduardo. Y fue precisamente Eduardo, siempre tan generoso, quien me presentó a la chica con la que conversaba. Se trataba de Doris Bayly y mi primera reacción fue recordar los textos periodísticos firmados por ella que había leído tiempo atrás en la revista Somos. En ese momento, Doris, al reparar en mi apellido, me preguntó sobre un posible vínculo filial con Carso, el reconocido diseñador que, además, es mi padre. Me contó que coincidieron en el diario El Mundo y me pidió que le envíe sus saludos.
Un tiempo después, hurgando en los anaqueles de la librería El Virrey de Miraflores, encontré Chico de mi barrio (Campodónico, 1998), uno de sus dos poemarios que publicara en vida. “pertenecemos a una sociedad de migrañosos/ la fotofobia de las primeras mañanas de noviembre no hace más que confirmármelo”, dice uno de sus poemas. Y así me dejé llevar por esos versos largos en los que se reflexiona sobre el amor, pero también sobre otros temas como la misma escritura. “no creo que sea la vanidad de ver unas cuantas palabras en pantalla lo que lleve las manos al teclado quizá la necesidad de guardarte un espacio más allá del tiempo/ de la acción corrosiva del gusano y las polillas…”
El año pasado, como a todos, me sorprendió la terrible noticia de su partida. Ella, que había superado un cáncer, halló la muerte de manera insólita debido a la irresponsabilidad de un conductor, en una carretera en el norte del país.
Este año, gracias a Victoria Guerrero y a Armando Williams, su esposo, se ha publicado Hierbabuena (Intermezzo tropical, 2023), libro que reúne la poesía de Doris: sus dos poemarios publicados –Retrete para huérfanos (1997) y Chico de mi barrio (1998)–, pero también Morir en Lima (un libro concebido como tal, pero inédito) y los poemas encontrados en unos cuadernos, agrupados bajo el título de Cuadernos naranja y negro. Y otros poemas sueltos.
Así, la enfermedad y la sombra de la muerte tienen una presencia marcada, sobre todo en Cuadernos naranja y negro: “cada día es uno ganado a la muerte/ pero ¿pero dónde vivir para que la vida sea una celebración?” Por otro lado, los cuestionamientos sociales siempre han sobrevolado sus textos poéticos. En Morir en Lima dice: “mi padre y mi madre formaron la pareja perfecta/ cuando en lima se estaba bien/ sin el resto del Perú”.
La reciente publicación de Hierbabuena nos permite apreciar su trabajo poético: sus temas recurrentes y también su evolución estética. Y, como lo dice su hermano Jaime, sumergirnos en sus “delirios inmortales”.
- hierbabuena (intermezzo tropical, 2023)
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